21 de septiembre de 2012

Feliz cumpleaños, grata edad amigo.

Hoy quiero escribir y a estas horas (estaba todo planeado para dormirme en clase) con naturalidad y sin intensificar el estilo, de mi amigo Miguel, coautor de este blog.

Estábamos un distante día dispersando alegremente nuestro tiempo en el aula de informática de una escuela politécnica de cuyo nombre no quiero acordarme, cuando entre música y vídeos de interés él tuvo el ímpetu y la voluntad de expresarme que sería una idea buena crear un blog juntos puesto que a ambos nos apasionaba escribir y habíamos comenzado a trabar una simpática amistad. Y mucho hemos disfrutado y volcado dentro de esa ocurrencia suya de hace más de tres años. Gracias Miguel.

De sonrisa facilona y gesto facial virtuoso y vertiginoso, con los años y el tiempo he ido conociendo lo que ese rostro de mil caras esconde. En tiempos de bajada sé que perdía con el mundo que anhelaba y revivía con la ilusión del alma más aniñada y noble.

Creo que él demuestra cada día a cualquiera que se pare a mirar lo que significa conservar la libertad del niño. Desde embestirme como un uro en medio de la calle y lucha grecorromana en los jardines de la universidad, a los chistes más malos, pasando por serios de minutos (en los que corría el sudor que presionaba la sonrisa) y llegando a los comentarios y actos más desvergonzados. Para acabar, siempre acabar, partiéndonos de risa.

Creo que es de reseñar, que fue a yoga de pequeño y que recuerda cada uno de los movimientos y frases que su profesora le enseñó. Eso nos brindó una mañana de contorsionismo bastante interesante y a mí la oportunidad de comenzar aprender ese arte de meditación.

Tiene una amnesia manifiesta hacia sus idas mentales y bromas explosivas, no escucha lo que no le interesa aunque lo intente, pero aprende de todo lo que sí le interesa. Deja que los insectos invadan sus pertenencias con maternal condescendencia y da pésimos consejos con la mejor intención jajajaja.

Podría escribir más y de distinta manera, traer un poema o llevar el lirismo, pero sinceramente dejaré que el poso filosófico lo dejen nuestros días de yogas, nuestras conquistas de las montañas, las sesiones de fotografía, las letras que lleguen al blog y las que marchen al silencio. Que de la amistad hable, el tiempo que nuestras decisiones nos depare.

Un abrazo Miguel Herranz, te deseo que vuelvas al polvo, ya me entiendes, y que próspero sea tal camino.

9 de septiembre de 2012

Poesía de viejos.

Hace algunos días mientras caminaba con rumbos y tareas anodinos que exige la existencia social me encontré de pleno y por sorpresa con un diálogo ajeno que impresionó y provocó todos mis sentidos más valiosos.

Me crucé mientras me dirigía al estanco con dos ancianos de cinco extremidades que con paso penoso y trabado caminaban acompañando sus soledades del calor de una conversación. Mis despistados y atentos oídos palparon y degustaron dentro de este casual asalto indiscreto de los sonidos de la urbe la palabra poesía, con un tono apasionado que contrastaba con la voz quebrada y apergaminada de quien la entonaba.

Mis pasos continuaron y mi mente se desdijo del suceso hasta que regresaron al cruce donde estos dos ancianos continuaban su idilio dialéctico acerca del sentido verdadero de la poesía. Mis pasos se detuvieron y mi mirada se volvió descarada hacia ellos con la firme intención de contemplar invisible el prodigio y desarrollar las tempestades poéticas que amenazaban con rescatar mi conciencia del estado despierto.

Ahí estaban, octogenarios y tambaleantes, gritando en defensa y rescate del sentido puro de la poesía verdadera. Sin pelo pero con viento, sin piernas pero con camino, firmes y apoyados en el bastón sutil de las raíces de tierra oscura. Con la fuerza del que eleva la intensidad de una voz temblorosa y de quien, ante la misma muerte, habla más allá de la vida, surgiendo en verbo y soplo de la eternidad.

Será expresivo que confiese que quise o creí ser observador de la expresión clara del verso de Bécquer. Que refiera que algo en mi interior rugió: ¡pero siempre, habrá poesía!

Y si me veo en el espejo del porvenir y traigo conmigo la fantasía de luengos años... me veo anciano de cuerpo débil y huesos grandes y cansados, que recogiéndose siguen danzando con la música de la belleza, que aún sin hambre ni alimento digiere los pastos del buen amor; la sombra de una sombra de una sombra que sus velados ojos advierten sigue buscando la luz en su mirada y el corazón con latir quejumbroso continua llamando el origen del principio con una esperanza...ya esperada, ya convencida.