17 de enero de 2012

Toma de contacto




Sus tersas y claras mejillas se encontraban arrugadas contra el cojín de un sillón de cuero antiguo roído por la humedad del cual emanaban arterias que lo desquebrajaban. Empezó a sentir la fría humedad de sus babas alrededor de la comisuras de sus pelados labios que se extendía hasta el lóbulo de su oreja izquierda. Su postura recostada, era muy poco antropomórfica, mas bien digna de un posado abstracto. El cuello lo tenía rotado mas allá de los 90º con respecto al frente, uno de sus brazo se encontraba extendido por debajo de su peso por el cual no llegaba adecuadamente la circulación, y sus piernas eran un digno nudo marinero. Su siguiente paso en el algoritmo del renacimiento fue la apertura de un ojo, el único que era capaz de abrir, y tuvo que vencer la fuerza que le ofrecían el increíble enmarañamiento de sus cortas pestañas junto con los resquicios del lápiz de ojos negro mezclado con las legañas habiendo creado una incómoda pasta-pegamento. Decidió entreabrir su fina boca y así conseguir mayor extensibilidad facial, logrando que la luz entrara por sus retinas.

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