12 de marzo de 2014

Belleza ignota

 

    Mirando al horizonte, la puesta de sol enmarca un paradisíaco escenario. El mar devora con ansiedad los rayos del ente celeste, ahora rojo intenso, mientras todo a tu alrededor se torna de la gama de colores más cálidos, despertando en ti una sensación de infinita admiración y sobrecogimiento. De repente, te percatas de que ese movimiento solar lento y sencillo, romántico y acogedor, no es más que una esfera estática y que el que realmente te mueves eres tú, en tu ridículo planeta giratorio, minúsculo e insignificante de ti. Ni siquiera eres consciente del titánico desplazamiento hasta que no abandonas la dinámica y monótona vida en la que te sumerges día tras día.

    Mientras el sol se marcha y su luz muere a tus ojos, el peso del relativismo recae sobre tu conciencia y rompe la belleza del hermoso atardecer, arrojando fría ciencia (aunque certera) a la maravillosa realidad. Entonces te das cuenta de que quizás habrías disfrutado más del momento si no supieses lo que sabes, si no fueses consciente de lo que hay más allá de lo que ves. El conocimiento es, en este caso, la llave del cofre del misterio, y eres poseedor de ella. De ser opcional muchos optarían por no abrirlo jamás, y vivir dichosos en la inconsciencia. Sin embargo, el conocer hasta qué punto es increíble lo que nos rodea, ¿no es bastante hermoso en sí? ¿Cómo defender entonces la felicidad del ignorante, cuando lo que hay detrás del escenario es incluso más increíble que lo que nuestros torpes ojos pueden percibir?

   ¿Existen verdades que no queremos saber? ¿Matará finalmente la curiosidad al gato? Sinceramente no lo sé, pero qué demonios, me encantaría saberlo.

2 comentarios:

  1. Veo influencia en COSMOS tal vez. Si te das cuenta los peces fueron otorgados con el don del olvido para nunca ser conscientes del inmensidad que los rodea, ¡malditos ellos!.

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    1. ¿Malditos peces, o pobres de ellos?. He ahí el dilema. Nosotros vemos el océano desde fuera y nos deleitamos con su calma, en cambio ellos nunca podrán disfrutar del mismo modo. Aunque, por otro lado, ellos conocen el mar infinitamente mejor que nosotros, y conocen cosas que nosotros aún no hemos descubierto. Lástima que lo olviden.

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