10 de junio de 2014

Salgamos del Averno.

Los antidepresivos no arreglaron nada, pero evitaron que me matara.

Lo primero fue, al fin, conseguir conciliar el sueño tanto tiempo arrebatado y violentado por noches demasiado largas que a veces llegaban a amanecer. Tenía pesadillas horribles que perturbaban mis días cada vez más cansados y eso no cambió, hasta que mi ánima no se renovó. Joe, recuerdo que podía pasarme una semana encerrado en una pesadilla que había tenido, trataba de ir a la universidad y seguir andando pero mi mente temblaba, sin parar de recordar ese sueño negro, tan vivo siempre que si cerraba los ojos estaba delante.

No se lo contaba a nadie, ni a mis letras, por aquel entonces me era incapaz escribir o leer y eso me torturaba ardientemente. Podía replicar el pensamiento de la aniquilación cientos de veces en un día y ese no era mi sufrimiento sino mi consuelo, porque sentía tal angustia y tristeza que solo podía aguantar cada vez más débil lo inevitable, como el buceador de amnea al que se le ha liado un alga y sabe que no volverá a subir, que esa fue su última bocanada de aire y se está acabando.

No hace falta que describa la sarta de locuras y barbaridades que me hice para desterrar por unos instantes la apatía más plomiza y la desesperanza más estranguladora. Nunca me había sido sencillo llorar, pero lloré, lloré mucho hasta secar ese mar de desalentados sentimientos, hasta hacer sima y beber arenas movedizas que me cuajaran ese interior en caída libre. Ese pensamiento roto que mascaba como cristales con vistas a una digestión mortal, qué rápido era, rayos. Creía que en el fondo de mi desgracia estaba mi redención y dedicaba días enteros a ultimar cada aspecto de mi vida, cada renglón del pasado y cada arista del breve futuro que me auguraba.Lo saboreaba ávidamente y no era excelso su sabor.

Podría seguir y extenderme, profundizar, pero fue todo un año y sería demasiado largo de contar. No quiero olvidarme de nada de lo que pueda recordar de ese trágico y gran año, porque ese año fue mío y me ha edificado a mí mismo, me ha dado una profundidad y un sentido de la empatía, la voluntad y el ánimo sincero de vivir sin el que ahora no me movería, ni pensaría, ni sentiría como lo hago cada día. Porque no habría conocido a todos los amigos y amigas que amo con tanta fuerza y si los hubiera conocido no me habría arrojado con tanta pasión a conocerlos, respetarlos y compartir como el hombre que ha estado a punto de morir y se ríe feliz al comprobar, que aún tiene piernas con las que danzar.

Conozco a pocas personas tan fuertes como yo, el dolor que se cierra en sonrisa suave, renueva el mundo. El último grito del fénix antes de ser llamarada y volver al huevo fue:¡Felicidad!Y creo que es lo único que merece la alegría, aunque cada destino tiene su propio signo y lenguaje, sus vetas y sendas singulares. Todo lo vivo de este universo fluye sin violencias cuando ríe cerca de la felicidad. Y no es la vuelta a la naturaleza, ni a la infancia, ni a la edad dorada, sino lo que te hace ser invisible en la luz.

Así que mientras corro persiguiendo al viento como un lobo, recordaré en mi simpática carrera que el lobo es si acaso lo penúltimo que es el hombre, que no hay que aprender miles de lenguas sino de voces. Cada voz nueva que aparezca en ti es libertad y milagro, no la silencies ¡Canta!Jajajaja, ¿no es bello? Conmovedor y puro como el aire de la más alta montaña, como imaginar que el Zaratrusta de Nietzche no subiera a sus cimas para proclamar verdades, sino veracidad.

Ah, esta noche es de los dioses y de los poetas que los crean. Animo con entusiasmo a los hombres de sol de luna a lanzarse a la miel, a beber auroras y soñar y soñar y soñar hasta la risa.

En la vida renaces siempre que estás preparado para volver a crear.

1 comentario:

  1. Me siento pues, con la necesidad
    de escribirte más que un "touché".
    Amigo mío, consciente seas de que eres único.
    ¿Y no es bello mirar atrás y ver lo que pudo ser,
    cuando en realidad no fué?
    Touché, de la testa a los piés.
    Touché, por que para mí un don tienes.
    Touché, por un final feliz.
    Touché, por que en el último párrafo un éxtasis he encontrado.
    Touché......Touché.

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