9 de marzo de 2015

Rosa amarilla

Siempre hablando o escuchando hablar del ser ante la realidad. El conflicto de la estética, la barrera infranqueable de la percepción. No podemos terminar de saber ni tampoco empezar a confiar en los que creemos saber. No hay pruebas, no hay finales, todo es atreverse a saber, lanzarse a conocer, porque sí, porque si no, qué otra empresa digna podríamos asumir.

No obstante lo anterior, hay fenómenos que derriban este esquema, esta concepción de la mente impotente arrullada por la filosofía hasta la muerte, entretenida por lo accidental. Esos estados del ser, de la mente o del individuo que nos aniquilan, por momentos simplemente no estamos, nada insigne galopa en el pensamiento o, quizás, un sentimiento sublime nos invade hasta tal punto, con tal intensidad, que nos arrasa por entero. Como un volcán que deja el bosque en cenizas durante siglos, aunque esos siglos sean segundos, aunque esa escena sea un sueño o la mirada de la mujer que estás amando (en presente, los pasados no salvan ni nos arroban).

Estoy tan desligado de mi mismo, tan perdido vaya, que hay ocasiones en las que me caigo con tal violencia al centro de mi conciencia que, aunque fugazmente, alcanzo a vislumbrar una verdad vibrante de mis imperantes vaticinios. Algunos, amenazantes y pervesos, se asoman para ensordecer mi percepción con la promesa de un precio pendiente, otros, aparecen llenos de insinuaciones alentadoras de una vida más presente, intensa, bella y buena.

Quiero decir, referenciando el tema y su mensaje, que la realidad no es un sistema, ni un ente, ni un ser (interlocutor), ni un objeto, es un discurso. Un fenómeno discursivo cuya percepción es una quimera a no ser que el sujeto responda, se mueva adaptativamente.

El Maestro de la Época ha de ser un bailarín universal para que su personalidad sea invisible al mundo. Los que brillan con la luz de las épocas son aquellos que danzan, de manera que, se vuelve indistinguible su movimiento del de la totalidad.

Creo que es una falacia preconcebir el estatismo de lo absoluto, al menos, tal y como nosotros definimos la inmovilidad.

Todas las imágenes de los seres conectados que parecen abandonar su propia conciencia y liberarse en el desacato de la atención mundanal. Esa dicotomía entre el mundo y la verdad. El espíritu y la materia. Puede, y lo enuncio como advertencia no como sentencia, ser una ilusión cuya carencia nace de no atender la realidad en discurso. Consecuencia, digo, de ver en la relación de mi ser con el mundo una posición, una relación, en lugar de una equivalencia reconociéndose.

No es lo mismo dos seres abrazados, que el AMOR arrasando.

2 comentarios:

  1. No te lo vas a creer, he escrito un comentario larguísimo y precioso y google no ha querido mandártelo TT_TT. Este comentario es de prueba a ver si puedo intentar replicarlo en un siguiente.

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  2. La verdad es que no he podido leer la entrada en mejor momento. Casi me alegro de habérmela dejado hasta ahora para poder degustarla con todos los contextos que me acompañan y que le dan una viveza inigualable. Es lo que suele pasar, se suelen degustar ciertos textos mejor en ciertas circunstancias que en otras. La tuya, amigo, me ha venido mejor imposible.

    Tal como tu dices, y no podría haber encontrado mejores palabras para expresarme, "Estoy tan desligado de mi mismo, tan perdido vaya, que hay ocasiones en las que me caigo con tal violencia al centro de mi conciencia que, aunque fugazmente, alcanzo a vislumbrar una verdad vibrante de mis imperantes vaticinios." Tristemente, nos hemos cruzado en ese punto en el camino, que nunca ves venir, pero al que inevitablemente acabamos llegando unos y otros, gracias a los altercados de la vida. Andas perdido, creyéndote solo, y sólo te dejas pasar el tiempo y que sus vientos te moldeen, sin apenas hacer gran cosa por cambiar tu rumbo, porque sólo tienes una dirección: seguir hacia adelante. Entonces te hallas así, con el automático puesto todo el día, sin reencontrarte a ti mismo y dejando que algo que se parece a ti guie tus pasos porque bueno, andar hacia adelante sin evitar los tropezones es lo que mejor saben hacer las máquinas. Y lo único que sabes hacer es buscarte, y mirar hacia atrás, buscando en qué punto perdiste ese algo que te hacía andar por tu propio paso, y elegir tus tropiezos.

    Como tu dices, "puede ser una ilusión cuya carencia nace de no atender la realidad en discurso", es decir, mirar hacia atrás no nos va a dar la respuesta, o al menos eso creo yo. Sólo queda reencontrarnos en algún punto del sendero, alegrarnos de reconocernos finalmente, y poder volver a caminar con paso firme y decidido, no a trompicones como lo hacemos ahora. Espero que ese punto no tarde en llegar, o lo que se nos caiga de ahora en adelante puede que no podamos volver a recogerlo.

    Mil gracias de nuevo por compartir tus verdades, gran Alí. Siempre que te leo reverberas algo en mí que me empuja a cambiar mis circunstancias. Me encanta esa retroalimentación de este blog, ese ser mejor personas, ese mensaje de esperanza que siempre dejamos entre líneas. Bien sabes que ando rumiando algo desde la última entrada que subiste, pero que por dejadez, o simple "seguir andando" no he terminado de mascar y digerir. Puede que hoy sea el día de sacarlo a la luz, aunque no me encuentre muy en disposición, pero me apetece dar un paso forzado en contra del piloto automático, me has hecho rebelarme, maldito y genial Alí.

    No dejes nunca de enseñarme más, Big A :)

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