22 de febrero de 2016

Así


¿Así sonaban los tiempos felices?

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No exactamente, he de decir ante esta interrogación exigua, de angustia y búsqueda sedienta. La música de los tiempos felices se revela cuando no nos centramos en su búsqueda.

Entre el Nacimiento y la Muerte hay un salto entre eternidades, algo breve. Un suspiro, un latido, una risa contenida largo tiempo a escondidas del profesor que estalla por sorpresa, una pompa de jabón "quebrándose bajo el cielo azul", una flor que empieza a morir, el primer grito, el último estertor, un aullido, un balido de terror cuando el lobo muerde, el sonido agudo que se escapa de una mujer sonrojada, la sensación del bebé cuando es ungido en el bautismo, el golpe de calor que desata una caricia que conoce la velocidad que desarma, un abrazo que limpia la melancolía, el temblor de una voz que ama y lo dice, la mirada de una abuela, el grito de una madre que salva a su hija, el de un hombre que proclama que vive y lo seguirá haciendo, la risa de un hombre santo, la música en aquella nota que entre todas nos arrasa, el paso último que creíamos que no llegaríamos a dar, lanzarse a aventuras que afirman nuestra levedad, los gestos frágiles que nos hacen fuertes, el regalo de un amigo, la devoción de un perro, la epifanía de mirar a un río verterse por su camino y sentir el sentido de la vida, la humildad de mirar a las estrellas, la libertad de sentirse amado, la libertad de amar, la moneda al necesitado, que los que tienen poco te muestren lo que significa generosidad, la voz rota de un anciano que canta porque de niño aprendió una canción, enseñar a un niño a montar a bicicleta, enseñar a un niño que si se cae le ayudarán a levantarse, recoger a un niño que por su confianza saltó desde alto hacia a tus brazos, ayudar a un ser querido que se encuentra mal, recordar la sonrisa de un amigo cuando no está presente, preparar una vida para su liberación, evolucionar concentrándote en caminar viajes, viajar recordando que el centro de la vida es evolucionar, cerciorarse de la valía inconmensurable de la bondad humana, abrirse el pecho para reconectar con la belleza potencial, dar la mano a quien nos negó la suya, perdonar antes de que la ofensa atraviese tus valores, dar gloria al señor de los mundos, ver en la luz que atraviesa el mundo nuestra verdad, dar el paso que nos construirá el camino, vivir hasta que toque y desterrar al miedo de nuestros pasos, volver a jugar con los niños, tramar nuevas virtudes con las que edificar nuestro ánimo noble, respirar hondamente e inspirar desde el corazón, las manos agradecidas erguidas ante el fuego para escuchar su calor, sentir en el frío invierno del norte nuestro pasado misterioso y la brújula secreta de nuestro mañana, traer en la primavera el jugo del verano, la nieve inmaculada del invierno y la llamarada natural del otoño, querer seguir, continuar hacia un nuevo día, dejar a las pesadillas en su sitio y guardar nuestros sueños en el mapa de vida, no dejarnos abandonar los comienzos, abrir sendas, cerrar callejones sin salida, ladrar hospitalarios a las visitas, traer té caliente a los desconocidos, confiar en la vida, aceptar que somos seres temporales y no nos es dado habitar el mañana de nuestro mundo, saber dejar huella sin pisar a nadie, ser positivos, dar lo mejor de nosotros mismos, intentar lo extraordinario, escribir sin pretender que sea eterno, dar la palabra justa y el silencio necesario, no pagar el pato con los que son más débiles que nuestros villanos para desahogar nuestra cobardía con el inocente, aceptar la gran taumaturgia, guerra, hazaña, grandeza, de vivir intentado ser buena persona.

Algo breve, sin pausa para vivir de verdad, porque la vida es un resoplido y más vale que nos pille inspirados.

1 comentario:

  1. En tus palabras son signos de esperanza. Esperanza por que lo que esté por llegar, ya sea bueno o malo, sea vida. Que hemos aprovechado cada momento y nunca hemos dejado de seguir hacia adelante, hacia el horizonte. Dejando nuestro rastro sobre la vida y seguros de que en aquella ocasión, en aquella huella del desierto, fuimos dignas personas.

    Ay Ali!, aquí me tienes a la luz de un lámpara de ikea rememorando viejos tiempos y este acantilado que hace viajar en el tiempo de una manera in-equiparable a las fotografías, sabores o olores.

    EMEHACHE

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