20 de marzo de 2013

Muerte

Paola me pidió que hablara de la vida después de la muerte.

Ha habido a lo largo de la historia del pensamiento humano numerosas escuelas y corrientes que han tenido como semilla germinadora de su esqueleto conceptual el vacío psicológico de la conciencia frente a la nada. El miedo a la nada. La angustia existencial, el nihilismo y la desvalorización de la realidad son reacciones ante una imagen: la muerte aniquiladora del individuo hacia la nada.

He tenido una atención e interés constante (según mis progenitores desde la edad de 3 años) a lo largo de mi existencia acerca de los hechos y las realidades que rodean la muerte, pero desde hace algunos años, no me importa ni niego la evidencia de mi muerte. Sé que me voy a morir, me parece natural y satisfactorio ese hecho en proporción con la vida que llegue a terminar en ese instante.

Sobre lo que ocurrirá conmigo en ese momento, consideró que desapareceré como individualidad y para la mayoría de las personas que conocen algo de mí. Me enterrarán, mi cuerpo se descompondrá a un ritmo científicamente adecuado mientras innumerables bacterias y anélidos consumirán lo que de mí puedan llamar nutrientes. Mis atómos se disgregarán por el mundo portados por las vidas que los vayan integrando y mi cuerpo será muchas cosas y ninguna mía.

En el momento en el que que colapsa y caduca la conservación de la homeostasia del cuerpo humano (por la razón que sea) y pasa el suficiente tiempo para que haya muerte neuronal, lo que compone mi marca o programación eléctrica de la información y estructuras que ha ido conformando la experiencia, la acción y el pensamiento se desliga de mi cerebro y desaparece ante los ojos de la física. Mi energía se transforma con actitud entrópica hacia el medio que me rodea.

Soy perfectamente consciente de que me voy a morir y no pongo protesta alguna en este hecho. He de decir que no recuerdo haber pagado ni una sola célula de las que traje al mundo y tengo la fortuna de poder perpetuarlas virtualmente aportándome el alimento y el agua necesarios. Ellas acceden muy generosamente a reproducirse y morirse con una periodicidad que permite el mayor rendimiento para el organismo. Osease para mí.

Tengo alma, lo creo y lo siento con una evidencia bastante más sólida que cualquier alocución pretenciosa. No tengo ningún conflicto ni necesidad de afirmación ajena a mi mente, mi sensibilidad y mi inteligencia a este respecto. Por tanto, por relación lógica inmediata se entiende que tengo atribuida una naturaleza trascendente a la muerte. Soy mucho más que el rostro que limpio cada mañana (por bello que me resulte ;)), que el cerebro que sostiene mis recuerdos, conocimientos, intuición y voluntad y que las piernas con las que tanto he caminado y que los ojos que tanto han sabido ver.

No tengo una impresión única ni exacta de lo que sucederá una vez haya muerto, pero he de decir que la idea del yo lindando esa frontera me resulta insalvable. Realmente considero que tan solo aquellas sentimientos y cualidades que hallamos elevado hasta la cima de lo perdurable tienen algún espacio en esa transcendencia.

El espacio de lo eterno está abierto por 10000 puertas. No hay que leer, buscar, atormentarse y congraciarse tanto para verlo. Sal y habla una noche con las estrellas y basta con eso, cállate de la vanidad del mundo que parloteas y escucha un poco a tu corazón. No es nada sutil ni inalcanzable ni tienes que morirte para sentir tu corazón henchido de la gracia de la plenitud ad infinitum.

La cuestión está en lo que haces con tu vida, la muerte solo es un espacio de continuidades con respecto a esto. Si no te ha importado tu vida, por qué lo iba a hacer tú muerte. Si has sido indolente, ruin, malvado, egoísta, cruel, lascivo o cualquier otra cosa que te alejara de la vida plena, qué más da la otra vida, ¡¿qué más quieres mamón?! Si tan mal te tratas en una presencia tan inmediata como es la de la vida...que no te amedrente el peso de lo eterno. Lo creas o no, la frontera entre tú y lo eterno está en tu conciencia y la muerte solo es un salto cualitativo de la misma.

Así que damas, caballeros y bufones vivan su vida como si fuera lo único realmente importante que pueden hacer hasta su muerte, restauren en ustedes la seriedad que tenían jugando cuando eran niños" y salgan disparados agitando las áureas alas más livianas que son las que nos nacen cuando perseguimos nuestros sueños que siempre es el firme y extático camino de la felicidad más auténtica.

Una reverencia picaresca a mi querida Paola y a mi buen Miguel.

1 comentario:

  1. Qué buena reflexión, amigo Alí :D Me encanta, muuuy mucho, ese estilo desenfadado hacia la muerte, sin tragedias y contemplándolo más como el fin del camino, la meta, en vez de verlo como el fin de la vida ^^ Una visión muy optimista de este tema que tanta ansiedad provoca en el Hombre, creo que más optimista que la que promulgan muchas religiones :) Gracias por compartir todas esas ideas, Alí. Puede que le hallas iluminado un poco el camino a más de uno (o a más de una) ^^ Por mi parte estoy gratamente muy sorprendida :D

    Especial mención a un comentario que me ha hecho sonreír mucho y muy ampliamente:

    "Soy mucho más que el rostro que limpio cada mañana (por bello que me resulte ;))"

    JAJAJAJA No puedo estar más felizmente de acuerdo :)

    "Mi energía se transforma con actitud entrópica hacia el medio que me rodea." TOMA GEROMA PASTILLA DE GOMA. Asombroso este símil con la física ^^ (me la puedo copiar en algún sitio? :D)

    Reverencia picaresca aceptada, Par diez! Se te devuelve dicha reverencia con una reverencia de señorita tirando de vestido, en conmemoración a esta gran entrada :) Grande Alí, eres muy grande ^^

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