22 de diciembre de 2010

Frank Black


Comienzo este escrito a la par que culmino esta gran serie que se termina de asentar como una de mis predilectas por multitud de razones, entre las que se encuentra su calidad estética (planos oportunos que junto a las justas luces ayudan a crear una atmósfera tensa y lúgubre), su solidez argumental (con excepciones que le costaron su audiencia) y la intensa profundidad que se alcanza en algunos capítulos.

Pero es a su protagonista, Frank Black, a quien van dirigidas estas palabras. De todos los hijos del Séptimo Arte, mayores y menores, es este personaje uno de los que más interés y simpatía me despierta.

Dijo Carter que quería para Black una calidad heroica y masculina muy reservada, y esa reserva es la clave de la gran fuerza del personaje. Su reserva alumbra una pausada pero intensa presencia.

Su vida está marcada por el don que ostenta, el de meterse en la mente del asesino, del malvado, del poseído. Vive en una intimidad continua con el mal siendo él un hombre bueno, honrado y noble pero en ningún momento sucumbe a él. Es lo maravilloso de Frank Black, vive el mal como si él lo cobijara, lo experimenta, pero lejos de vencerse a él utiliza esa experiencia para combatirlo sin descanso, pero profundamente cansado. El mal le cansa, le desgasta, le consume, pero nunca, nunca le conquista. Su nobleza humilde es mucho más poderosa que sus horribles visiones.

Profundamente serio, sólo sonríe sobre la inocencia de su hija o bajo la ternura de su mujer, que le es arrebatada. Parece inexpresivo, pero sus silencios están cargados de un talante estoico y valiente, prudente y sabio.
El personaje de una gran persona, muy humano, íntegro y verosímil(hay personajes muy poco creíbles, grotescos).

La serie no llegó a terminarse (faltó la cuarta y última temporada), pero no es necesario para saber como continuaría combatiendo y conviviendo el mal Frank Black, con su cansada y diáfana mirada, prestando sus ojos al mal y consagrando su corazón al bien.

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