Hoy me
he vuelto a pasear por aquí a releer viejas entradas, y me he dado cuenta de
que los elogios no son suficientes para describir las maravillas que invaden
los recovecos de este blog. Mires la entrada que mires, todas tienen una
historia y un por qué detrás del teclado, un sentimiento o emoción que se
intenta plasmar en forma de vómito literario, una anécdota o lección que ha
plasmado momentos de nuestra vida, o de la vida de cada uno, y no puedo más que
sentir una profunda y angustiosa admiración. Angustiosa sí. Angustiosa porque
sois dos bárbaros, cada uno en su estilo y su manera, dos monstruos armados de
tinta, con alma pura y desenfadada, dos increíbles personas por las cuales no
me cansaré de dar gracias a la vida o al destino por haberos puesto en mi
camino. Y una se siente pequeña (a parte de por la evidente falta de talla) a
vuestro lado, pues es difícil caminar entre gigantes que dejan el listón tan
alto.
Pero
también me siento grande de poder seguir caminando con vosotros, mis dos
talismanes, pues una no puede más que crecer a vuestro lado, y de sentirse
afortunada. Me quito el sombrero, compañeros de blog, ante tanto talento y arte.
Esta entrada os la dedico a vosotros, a Alí y a Miguel, por ser cómo sois y por
dejarme entrar en vuestra vida para descubrir tantas maravillas y secretos, pedacitos
de vuestra alma, que brilla tanto que ciega hasta al más necio.
Espero
seguir esta senda de vuestra mano, y llegar muy lejos, quizás hasta que mi
tiempo expire, o hasta que exhale el último aliento. Os quiero chicos. Os
quiero con locura.
(A cada uno a su
manera, ¿eh? J )
En realidad no somos nada sino existiera gente como tú que dedica todo su empeño en admirar a todos los demás de esa manera tan única y gratificante.
ResponderEliminarEs por ti que soy capaz de apreciar mis vómitos de letras, que me inspiras a no dejar de expresarme.
Gracias a ti por hacer que las cosas valgan la pena.
Te mereces un guiño guiño.