16 de febrero de 2013

Eterno Cosmos


                Al fin me decido a lanzarme a la aventura con el pequeño reto de Maikel Monkey, quien me invitaba a hablar sobre el universo (eso de pequeño reto… en fin). Sin embargo, antes de comenzar con mi particular retahíla de reflexiones, creo necesario hablar sobre cierto trauma infantil que me persigue desde los seis años, con el que quizás se entienda mejor la inmensidad de esta petición.

                Si mal no recuerdo, se televisaba en cierto canal (que no viene al caso nombrar) cierta película (que tampoco viene al caso publicitar). En dicho celuloide, hallábase cierta escena de escaso minuto y medio que me marcó para el resto de mi vida. La escena sucedía en un parque, lleno de madres con sus pequeños y revoltosos niños, que jugueteaban ignorantes del peligro que se cernía sobre ellos. Una mujer, consciente de alguna manera del desastre que iba a acaecer, trataba desesperadamente de alertarles y prevenirles, pero ya era tarde: de la nada surgía una ola de fuego que engullía toda forma de vida, calcinando cuerpos de hombres, mujeres y niños indistintamente, convirtiéndolos en gárgolas de ceniza que segundos más tarde se pulverizaban debido a la onda expansiva del impacto. De esta manera, desaparecía cualquier rastro de humanidad que hubiese podido existir, dejando atrás meros escombros humeantes y restos de polvo y metal.

                A pesar descubrir (años más tarde), que el culpable de tal desastre había sido una bomba nuclear, en mi tierna e inocente niñez interpreté aquel apocalipsis como si fuese fruto de una colisión espacial. Un meteorito, vaya. Desde ese entonces, la semilla del miedo se sembró en mi subconsciente, de esa forma tan salvaje e irracional que sólo pueden inspirarte las desgracias impredecibles y catastróficas. Conforme fui creciendo y ganando consciencia sobre la vida y su efímera brevedad, dicho miedo se fue convirtiendo en un terror tan acusado que, al mínimo titular relacionado con asteroides, me echaba a temblar de pies a cabeza. Tal era mi desesperación, que me permitía el lujo de rezar a un Dios en el que ni siquiera creo (la mayor parte del tiempo). Véase aquí la doble moral del agnóstico, pero poco tiene que ver este apunte con el tema que nos atañe hoy (también nado entre delfines, como veis).

                Ahora, algo menos de dos décadas separan a esa niña frente al televisor y a la joven que está escribiendo ahora mismo, y muy poco ha cambiado en cuanto a este temor a los entes celestes se refiere. Un simple meteoro de dimensiones ínfimas en comparación al astro del que proviene puede acabar, en un suspiro, con cualquier rastro de vida en este mundo y con éste a su vez. Dicho conocimiento me empujó a generalizar mis miedos y englobar todo lo que la Bóveda encierra en su seno. Es por esto que me considero totalmente incapaz de mirar al cielo sin sentir la insignificancia de mi existencia corroyendo mis venas, lo cual me produce una extraña sensación de vacío (del cual en el universo hay mucho) que consigo llenar rápidamente apartando la vista de las estrellas y fijándola en el suelo, sintiendo mis manos y mis dedos. Sintiéndome tangible, real.

                ¿Cómo no sentirte intrascendente cuando, ahí arriba, millones de puntos brillantes nos observan desde distancias inconcebibles para la razón humana? Algunos de ellos murieron hace miles de años, y nosotros aún los vemos ahí, titilantes, velando todas y cada una de nuestras noches. Con total probabilidad moriremos antes de que podamos percibir que ya no están. Y nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, y los hijos de los hijos de nuestros hijos. De la misma manera sucede con el nacimiento de estrellas, y sucederá con la compresión del universo, el fin de las eras, la Última Meca. ¿Cómo no llorar al darte cuenta de que apenas somos un lapso en el tiempo, un aleteo de mariposa, una gota en el océano? Tan minúsculos, imperceptibles y perecederos, y a la vez tan lúcidos de la realidad. ¿No es triste este conocimiento de nuestra nimiedad?

                Agh, sensación de vacío otra vez. Caigo en un oscuro abismo de abstracción astral que me lleva a preguntarme incluso por qué estamos aquí, o cual es nuestro papel en la toda esta Historia. Lo escalofriante es que probablemente, no exista tal papel, o que simplemente seamos el señor que limpia el escenario al final de la función, y tengamos poco o nada que ver en ella.

                Asusta, ¿eh? Me gustaría apartar la vista de la pantalla y fijarme en el suelo otra vez, negándome que existan cosas tan grandes, más allá de los rascacielos que veo o los aviones que me sobrevuelan todos los días. Pero no desearía marcharme sin resolver antes este frente abierto que he dejado sin quererlo (maldito Maikel Monkey). Intentando hacer frente a mis quimeras, hoy me voy a conceder la libertad de seguir observando al titánico Universo un poquito más.

                Hace algún tiempo, hablando un poco de este tema con uno de mis compañeros de pluma en este blog (Grian Dorcha, Maikel Monkey...), salió a la luz un vídeo de YouTube de un astrofísico y divulgador científico al cual no conocía, de nombre Neil deGrasse. En este vídeo, el señor deGrasse explicaba cuál era, a su parecer, lo más asombroso del universo. En relación a unos descubrimientos recientes, su respuesta fue la siguiente:

El hecho más asombro es el conocimiento que los átomos que constituyen la vida en la Tierra, los átomos que componen el cuerpo humano, se pueden rastrear a los crisoles que cocinaron los elementos livianos, en elementos más pesados en su núcleo bajo temperaturas y presiones extremas. Estas estrellas, las de mayor masa entre ellas, se hicieron inestables en sus últimos años, colapsaron y explotaron, desperdigaron sus entrañas enriquecidas a lo largo de la galaxia, entrañas hechas de carbón, nitrógeno, oxígeno y todos los ingredientes fundamentales para la vida misma. Estos ingredientes se convirtieron en nubes de gas que se condensaron, colapsaron y formaron la siguiente generación de sistemas solare, estrellas con planetas en órbita y esos planetas ahora tienen los ingredientes para la vida. Así que cuando veo el cielo nocturno... me doy cuenta de que, sí, somos partes de este universo y estamos dentro de este universo. Pero quizás, más importante que estos dos hechos, es que el universo está en nosotros. Cuando reflexiono sobre este hecho, miro hacia arriba. Mucha gente se siente pequeña porque ella es pequeña y el universo es grande, pero yo me siento grande, porque mis átomos vinieron de esas estrellas. Hay un nivel de conectividad. Eso es lo que realmente quieres en la vida, quieres sentirte conectado, quieres sentirte importante, partícipe de los acontecimientos, de las actividades y eventos que te rodean. Eso es precisamente lo que somos, sólo por estar vivos

Sin darme cuenta, había encontrado el consuelo que llevaba años buscando, si bien no respuesta a todas mis preguntas e inquietudes. Ese alivio me bañó con su calidez gratificante y alentadora, y aún ahora, después de haberlo visto innumerables veces, es lo único que consigue calmar mi desasosegada mente cuando las dudas me oprimen el alma.

Somos polvo de estrella, todos y cada uno de nosotros. Y aunque en proporción a esos gigantes estelares seamos menos que un diferencial infinitesimal, en nuestro interior compartimos su historia, su origen y su destino, tarde o temprano.

Por lo tanto ahora te pregunto a ti, lector: ¿tú qué crees que somos, grandes o pequeños?

Yo creo que lo decidiré cuando vuelva al Universo.

Nota: Por si alguien quiere verlo, éste es el vídeo de Neil deGrasse. Aunque ya he transcrito todo lo importante, la canción y las imágenes no tienen desperdicio ninguno.

http://www.youtube.com/watch?v=9D05ej8u-gU

Y para mis queridos cobloggistas, es la hora de la repartición bendita.

Maikel Monkey, cuéntame, ¿existe un Dios, o crees en él, o en algo sobrenatural que nos lidere?.

Aley,  ¿qué crees que sucede cuando morimos?


3 comentarios:

  1. Me gusta, me has conmovido! La película era terminator? o resident evil?

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    1. Terminator II JAJAJAJA Así que te he conmovido, ¿eh? ^^ Muchas gracias Maikel :3

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